18.10.10

confesión en un autoretrato

sábado 19 de diciembre de 2009

confesión en un autoretrato

Señor, mi orgullo es enorme, no como el mundo, yo me creo el universo, yo me creo ser Tú. Yo TODO lo hago bien, y si las cosas las hiciera yo, todo el tiempo, el mundo funcionaría mejor.

Auto-justificación, auto-palabras de afirmación, auto-aprobación viven en mi cabeza constantemente.

Necesito tanta aprobación, que yo misma vivo aprobandome ante cada acontecimiento.

Juzgo, pre-juzgo, condeno y libero, según mi propia justicia, "la justicia que Dios aprueba", "porque El me hizo perfecta".

Me comparo con todos y siempre salgo ilesa y justificada, lista para entrar en el cielo, sin la más mínima mancha. Mis errores son mínimos. Yo soy obediente y las "pequeñas cosas" que no hago bien sé que Tú me las perdonas, total "yo soy tu Hija Amada en la que Tú te complaces"

Todo mi proceder está centrado en mí, crítico para mejorar las cosas. Para que todo luzca bien ante los ojos de los demás. En mi mente siempre creo que te estoy impresionando con todo lo que hago.

Mis oraciones por lo general son actuadas y cada vez que abro mi boca creo que lo estoy haciendo ante un gran público.

No hay nada que haga que no sea de mí, por mí y para mí.

Mis placeres, mis gustos y mi comodidad hay que respetarlas, sino mi mundo cambia y yo me reciento. Si no me complacen, entoces no me toman en consideración y puedo resultar ignorando totalmente, tanto el autor como el acto o haciéndome la víctima fracasada y desdichada.

Vivo búscando "el arreglar" las cosas en otros, aunque no lo hable, lo pienso.

Me doy siempre palmadas a mi espalda cuando algo me sale bien. Hasta pertenecer en el redil del Señor hace crecer mi orgullo, porque muchas veces me creo que estoy mejor que los demás.

Las excectricidades de las personas y las diferencias en cuanto a comportamiento distinto a mi acostumbrado modus vivendis se refieren, me impactan tanto que mueven mis sentidos, me es difícil procesarlo.

Yo todo lo sé o hago todo para que las cosas esten bien.

Mi nombre no es Alba es orgullo. Soy una mole de humo condensado, sucio, contaminante e imprenetrable.

Soy envidiosa, el color de mi piel es verde.

Mis decisiones tienen que ver mucho con lo que el otro hizo o no hizo. Si lo hizo mal, yo lo voy a hacer mejor, si lo hizo bien, yo buscaré otra forma mejor de hacerlo, pero no la misma.

La competencia es mi estilo de vida diario, con quién? quién corre más?, quien hace más? etc.

Mi humildad está basada en mi orgullo, yo hago porque nadie hace mejor que yo y no hago porque para qué?... total hay que dejar que los otros se desarrollen.

Me irrito cuando alguien dá su opinión o quiere modificar mis ideas o planes pre-concebidos, me irrito hasta contigo Señor.

Señor cómo puedo ser humilde y mansa de corazón con un retrato tan asqueroso?. Aún escribo esto e intento acomodarme a la idea de que todo está bien.

Ayudame Señor, necesito que obres en mí, porque no sé cómo hacerlo, Espiritu Santo, Tú conoces mis necesidades. Hasta el miedo que siento está pautado por mi orgullo, tan sólo por no querer quedar mal. Señor no puedo cambiarme yo, soy una miserable. Estoy descalificada de cualquier acto o pensamiento para "arreglar las cosas".

Todo está manchado por mi pecado.

Ayudame, ven en mi auxilio Señor, liberame de mí, en tu nombre Jesús clamo.

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